El japonés es una lengua de estructura aglutinante que combina diversos elementos lingüísticos en palabras simples.
Cada uno de estos elementos tiene una significación fija y apta para existir separadamente.
Tipológicamente, su característica más destacada es la creación de temas: el Japonés tiene temas destacados (aunque es posible que los temas y los sujetos sean distintos).
Gramaticalmente, las oraciones japonesas se ordenan en SOV (Sujeto, Objeto y Verbo), con verbos siempre colocados al final de la frase, excepto en algunos casos retóricos y usos en lenguaje poético.
El orden modificador-núcleo es mantenido entre todos los componentes: el modificador o cláusula relativa precede al sustantivo modificado, el adverbio precede al verbo modificado, el genitivo nominal precede al nominal posesivo, y así sucesivamente. De este modo, el japonés posee una raíz fuerte; para contrastar por ejemplo, las lenguas romances como el idioma español están fuertemente enraizadas, y las lenguas germánicas como el inglés están débilmente enraizadas.
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